El pasado viernes, 12 de agosto, uno de los jóvenes mexicanos que peregrinan al encuentro con el Papa en las Jornadas Mundiales de la Juventud regaló a la Santísima Virgen un hermosísimo rosario realizado con palmas rizadas en la mexicana ciudad de Mérida, diócesis de Yucatán.
El rosario ha sido dispuesto ya en los brazos de la Santísima Virgen y del Niño Jesús. A la belleza y originalidad de la pieza, se úne un inmenso valor simbólico. La Virgen porta en sus manos el recuerdo de una de las experiencias espirituales más importantes que muchos de sus hijos están viviendo. Es el rosario de la acogida que en muchos de los hogares de nuestra Agrupación han demostrado para los peregrinos mexicanos y argentinos; el rosario de la fe compartida; de un trabajo intenso y eficaz de aquellos hermanos nuestros que tanto se han esforzado -junto a jóvenes de todas las parroquias y hermandades- en que este comienzo de la Jornada Mundial de la Juventud salga tan extraordinariamente bien. Y sobre todo, es la ofrenda que, en brazos de Nuestra Madre, nos recordará siempre lo hermoso que es compartir la experiencia de la fe con otros jóvenes de paises tan lejos en la distancia y, desde ahora, tan cercanos en el corazón.